Lourdes, ciudad mariana pirenaica

Pequeña ciudad de 14.000 habitantes, Lourdes hubiera podido ser una ciudad del Piamonte pirenaico como otros ejemplos que ofrece la región: encrucijada entre ejes transversales y longitudinales de los Pirineos, “barrera del Lavedan”, tiene hoy en día, por su posición relativamente excéntrica, problemas de conexión. No obstante, es única por su dimensión espiritual inherente desde 1858: ciudad emblemática del turismo vinculado a la religión, se beneficia de una fama mundial y una frecuentación internacional.


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Leyenda de la imagen

Se trata de una imagen de las Pléyades de colores naturales del 19/02/2013, de resolución nativa de 0,70m, reescalada a 0,5m. En esta imagen, el río Gave de Pau y su afluente de la orilla derecha (Ruisseau des Graves) han sido coloreados para evidenciar más su curso.



Presentación de la imagen global

La ciudad de Lourdes, un sitio de piedemonte de montaña joven

La ciudad de Lourdes se sitúa en el centro de la imagen en la desembocadura del río Gave de Pau en el Piamonte pirenaico (por motivos de visibilidad, el río Gave de Pau y su afluente de la orilla derecha, el arroyo de los Graves, han sido coloreados en azul). Al sur de la ciudad, se nota la presencia de macizos de dominio calizo, accidentados por el relieve kárstico: el Béout (al oeste del río Gave) a 791m de altitud y el pico del Grand Jer (al este del río Gave) a 951m de altitud.

Varios indicios visibles en esta imagen nos llevan a la conclusión de que la ciudad de Lourdes se sitúa en la extremidad septentrional del valle del glaciar del Argeles que nacía en la zona de Gavarnie. El circo del mismo nombre se encuentra a un poco más de 50 km hacia el sur. Primer indicio, el curso muy particular del río Gave de Pau, en el corazón de la ciudad de Lourdes, que toma una curva de 90° hacia el oeste, se explica por la presencia de un vallum morrénico en el norte de la ciudad. Las morrenas de frente del antiguo glaciar, abandonadas en el momento del retroceso del hielo, turbaron el curso del río que, al no poder seguir su carrera hacia el norte, se desvió hacia el oeste. Por lo demás, los dos ejes viarios que salen de Lourdes hacia el noreste y el noroeste corresponden a antiguos trazados del río Gave que dividieron sucesivamente la meseta de Ger en el norte de la ciudad. Segundo indicio, la presencia al noroeste de la imagen de un lago proglaciar (el lago de Lourdes) cuya presencia en esta zona de piedemonte se explica por la sobre excavación debida al retroceso del glaciar a partir de su lugar de extensión máxima. Último indicio, el valle al sur de Lourdes presenta características típicas de los valles glaciares: globalmente bastante amplio, con una sucesión de ombligos (1) y barreras (2).

La ciudad de Lourdes, una ocupación antigua

Morrenas, valle glaciar, relieve kárstico en estas calizas del cretáceo inferior (caliza llamada “à Toucacia”) constituyendo el macizo del Béout y el del pico del Grand Jer, espolón rocoso, cuevas… Tantos elementos que van a desempeñar un papel esencial en la historia de Lourdes. En efecto, la ciudad está dominada por la presencia de un castillo sobre un espolón de caliza rocosa (3) cuya situación en la desembocadura de una ruta hacia España y en el cruce de los ejes que bordeaban los Pirineos hacía su control esencial. El sitio fue por lo demás ampliamente codiciado en diferentes épocas (epopeya cátara, Guerra de los Cien Años): su posición privilegiada hacía de él una plaza fuerte de Bigorre, llamada a veces “la barrera del Lavedan”. Esta ocupación medieval había sido precedida por una presencia más antigua cuyo macizo del Béout conserva todavía la huella. En efecto, parece que a partir del siglo V d.C. y hasta el periodo merovingio o incluso carolingio, el macizo haya servido como cantera para la extracción de sarcófagos de piedra. Algunos lapiaces (afloramientos de rocas calizas modeladas por la escorrentía del agua y/o la gelivación, en particular en rocas sensibles a los fenómenos kársticos) llevan los estigmas de esta explotación. Por fin, y ante todo, este territorio de torrentes de montañas, valles glaciares y cuevas de origen kárstico iba a encontrar una notoriedad mundial cuando en 1858, Bernadette Soubirous atestiguó 18 apariciones de la Virgen en la gruta de Massabielle: una nueva era para la ciudad, santificada ciudad mariana, de consecuencias geográficas mayores.

Una ciudad paradójica: integración mundial/aislamiento regional

Por esta nueva dimensión, Lourdes se encuentra entonces en el corazón de una paradoja: constituye un lugar emblemático del catolicismo mundial, aunque es una pequeña ciudad relativamente aislada. La imagen demuestra cuántas dificultades tiene la ciudad de Lourdes para extenderse en el Piamonte. Su evolución demográfica es negativa y ofrece pocos signos en su morfología urbana de un dinamismo muy fuerte. Sólo las carreteras que conducen hacia Pau y Tarbes parecen generar realmente un desarrollo hacia el noroeste y el noreste de la imagen. La constitución de una comunidad de aglomeraciones que asocia Lourdes con la prefectura de Tarbes testimonia esta voluntad de asociar la ciudad mariana con los polos locales y, en consecuencia, con la autopista Bayona-Pau-Tolosa. La nueva división territorial y la creación de la región de Occitania acentúan además el carácter periférico de esta región. Sin embargo, y ahí reside toda la singularidad de Lourdes, la ciudad tiene una fama internacional al ser un lugar de mayor peregrinación católica: las cifras fluctúan y dependen de las fuentes, pero el número de visitantes asciende a millones (alrededor de 5 millones) y el número de peregrinos “censados” (es decir inscritos en los peregrinajes organizados) a centenares de miles. Por ejemplo, el aeropuerto de Tarbes-Lourdes-Pirineos se encuentra en el top 30 de los aeropuertos franceses y una conexión directa de alta velocidad pone la gruta de Massabielle a 4h42 de la estación de tren de París-Montparnasse. Fama internacional, pero dependencia del turismo religioso, frecuentación masiva, pero fragilidades económicas, conexión con el mundo, pero alejamiento de los centros regionales de decisión, ésas son las paradojas de este territorio.


Enfoques

 

Lourdes, la ciudad de la gruta de massabielle

Son la fecha de 1858 y la gruta de Massabielle las que van a impulsar la ciudad de Lourdes en una nueva dimensión para convertirla en el cuarto lugar de peregrinación católico (después de la Ciudad del Vaticano y de dos sitios latinoamericanos, la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe de la ciudad de México y la basílica de Nuestra Señora Aparecida en Brasil). Las 18 apariciones contadas por Bernadette Soubirous en esta gruta de agua milagrosa fueron reconocidas en 1862 por la Iglesia católica e iban a tener consecuencias espaciales muy visibles en esta imagen.

Más abajo del castillo (1), en la orilla izquierda del río Gave, la gruta está señalada con el número (2) en la imagen: hoy en día constituye para los peregrinos anuales un punto de paso obligado. Esta ribera interior del meandro del río Gave, muy abandonada por las construcciones originales de la ciudad a causa de las crecidas del torrente se convirtió en un centro religioso de suma importancia puesto que se construyeron 3 edificios religiosos en el Santuario: la basílica de la Inmaculada Concepción (3) que se sitúa muy próxima a la gruta (consagrada en 1876), la basílica “inferior” de Nuestra Señora del Rosario consagrada en 1901 y la basílica subterránea de San Pío X (5) (1958) construida bajo la explanada claramente visible en la imagen. La multiplicación de estos lugares de oración en el Santuario de Lourdes se explica por la llegada masiva de peregrinos: las cifras difieren entre los peregrinajes organizados que se censaron en 2016 con 575.000 personas y los visitantes del sitio (por motivos religiosos u otros) estimados en cerca de 6 millones. Un vía crucis (6) corona el Santuario de Lourdes.

 

 

Lourdes, una ciudad organizada en torno al turismo religioso


Esta afluencia de peregrinos desde la segunda mitad del siglo XIX tuvo consecuencias mayores en el desarrollo de la ciudad. Para una ciudad de menos de 15.000 habitantes, la estación de tren de Lourdes, inaugurada en los años 1860, ocupa una influencia territorial mayor en el tejido urbano. Gracias a esta estación de tren, la ciudad de Lourdes conecta directamente con París mediante la línea Burdeos-Montparnasse. La imagen demuestra que no sólo está ubicada cerca del centro urbano sino también en la periferia del tejido urbano de la ciudad: esta doble característica demuestra la atonía demográfica de Lourdes y la relativa ausencia de dispersión urbana desde 1860. Por lo demás, desde los años 1990, la población de la ciudad disminuyó, pasó por ejemplo de 14.743 habitantes en 2010 a 13.946 en 2014. Los ejes de crecimiento principales se sitúan a lo largo de los ejes viarios: en el noreste hacia el aeropuerto y la prefectura de Tarbes, en el noroeste hacia la aglomeración de Pau. Otra prueba de estas dificultades es que se suprimieron progresivamente, en los años 2000, las líneas de tren “Intercités” de SNCF dedicadas a acoger a los enfermos que acudían al Santuario de Lourdes, así como los trenes nocturnos “Corail”.

 

 

Une ciudad ante las dificultades, la dependencia respecto del turismo religioso

Estos problemas tienen repercusiones en toda la ciudad, ya que, si el Santuario de Lourdes emplea directamente a unas 300 personas para organizar el peregrinaje y acompañar a los visitantes, una multitud de empleos inducidos dependen de la buena salud del peregrinaje. La ciudad dispone de una capacidad hotelera que es una de las mayores de Francia. En 2016, Lourdes era la segunda ciudad con más habitaciones en Francia, sólo superada por París (80.617 habitaciones para la capital, 10.798 para Lourdes) pero delante de ciudades tales como Niza (9.978 habitaciones) o Lyon (7278 habitaciones). Para una ciudad de unos 14.000 habitantes, se trata de una cifra totalmente excepcional. Pero en 2016, la frecuentación cayó un 3,3% según las cifras publicadas por la INSEE en la región de Occitania. Las explicaciones no faltan, pero muchas ponen en evidencia la competencia que causa furor entre los lugares de peregrinaje europeos: así, Santiago de Compostela con el éxito de los Caminos de Santiago no conoce estas dificultades; en cuanto al Santuario de Fátima en Portugal, conoce un crecimiento de frecuentación espectacular (un 50% más en 5 años desde el inicio de los años 2010). En este centro urbano que vive de su Santuario, son más de 200 tiendas de recuerdos religiosos, más de 160 hoteles y más de 4.500 trabajadores temporales los que viven del turismo. En la imagen, se pueden observar las orillas del río Gave de Pau: en la orilla izquierda del río, la casi totalidad de los edificios son hoteles cuya proximidad inmediata con el Santuario testimonia su total dependencia respecto de la frecuentación de los peregrinos. Habida cuenta de la ubicación de estos hoteles, cualquier intento de diversificación de la oferta turística parece dificilísima. En la orilla derecha, la presencia imponente del cementerio de la Igualdad y la del aparcamiento contiguo hacen difícil numerosos desarrollos urbanos en esta parte de la ciudad. ¿Bastarán las soluciones implementadas para corregir estas debilidades? El desarrollo de los vuelos chárter a partir del aeropuerto de Tarbes-Lourdes-Pirineos para atraer a los peregrinos (apertura reciente de una conexión Lourdes-Cracovia por Ryanair) parece ser un tema de actualidad. Pero, ¿permitirán estas nuevas relaciones dinamizar una ciudad de fama internacional pero que tiene relaciones difíciles con su espacio regional cercano? El alejamiento de Tolosa, las dinámicas económicas difíciles del polo de Tarbes, la nueva división territorial que pone la comarca de Lourdes en una situación aún más periférica en la recién estrenada región de Occitania representan tantos obstáculos por superar.

 

Contribuyentes

Vincent DOUMERC, professeur agrégé de géographie, Lycées Saint-Sernin et Fermat (Toulouse)

Traducción

Laurent DUTEIL, profesor de historia y geografía, y Patricia PINO, profesora de español, Lycée René Billères (Argelès-Gazost, Hautes-Pyrénées)